La economista e investigadora, Rosa Cañete Alonso, afirmó que transformar la cultura política es esencial para asegurar mayor democracia, desarrollo e igualdad en el país, en un artículo que publica en el periódico Hoy con el título “Lecturas que empoderan de la Encuesta de Cultura Democrática”.
Santo Domingo, República Dominicana (Octubre de 2024). El objetivo de la Encuesta de Cultura Democrática (ECD) es monitorear e impulsar la transformación de valores y prácticas que refuercen la democracia, nunca paralizar la participación, sin ella no hay democracia.
Así lo afirmó la directora de Análisis de Pobreza, Desigualdad y Cultura Democrática del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, Rosa Cañete Alonso en un artículo que publica en el periódico Hoy con el título “¿Esto hay que cerrarlo? Lecturas que empoderan de la Encuesta de Cultura Democrática”.
Cañete Alonso, una de las autoras del informe que fue presentado recientemente por el Ministerio de Economía en un acto en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, sostuvo que la ECD muestra importantes desafíos en actitudes hacia la democracia, participación política, tolerancia, confianza interpersonal y en las instituciones, así como en percepción de la corrupción y el clientelismo.
“Pero es importante entender que la cultura democrática puede y debe cambiar”, apuntó. La economista e investigadora expresó que los resultados levantados muestran que, si bien los cambios culturales ameritan tiempo para producirse, hay indicadores en los que sí se han conseguido mejoras a través de la participación ciudadana o la decisión política.
Explicó que el año 2020 es un claro ejemplo de que es posible. La encuesta del Latinobarómetro en 2020 se levantó después de los procesos de movilización ciudadana, las elecciones y la entrada del nuevo gobierno. Múltiples indicadore muestran mejoras notables. “En 2020, la satisfacción con la democracia en República Dominicana registró su mayor aumento de la serie, pasando de 21.9% a 38.8%, lo que representa un aumento de 16.9 p.p.
A su vez, señaló que este mismo año marcó un punto de inflexión en la percepción ciudadana sobre la corrupción gubernamental. Manifestó que en comparación con 2018, hubo una reducción de 25 p.p. en el número de personas que consideraba que la corrupción estaba aumentando, caída que sitúa al país por primera vez debajo del promedio regional. Precisó que estos datos demuestran que las tendencias son reversibles y, que el cambio es posible.
Indicó que los datos muestran un importante fortalecimiento de la calidad democrática, algunos indicadores se han deteriorado durante el ciclo político posterior, pero en muchos casos siguen estando ahora mejor que el promedio histórico.
Cañete Alonso planteó que el contexto es muy importante porque no es solo aquí que existen riesgos para la sostenibilidad del proceso democrático. “Verlo en perspectiva aminora la mirada fatalista de que solo ocurren estas cosas en el país. Es importante entender que estos resultados no son un caso exclusivo de la República Dominicana, muy al contrario, se trata de una tendencia regional y en algunos casos global”.
El artículo recoge que en Latinoamérica el porcentaje de personas que creen que el país está gobernado por unos pocos grupos de poderosos en su propio beneficio era en 2023 de 72%, mientras en la República Dominicana era de 64%”, puntualizó.
Sobre el aumento de la indiferencia hacia el sistema democrático de los jóvenes la investigadora apunta que los jóvenes han mostrado en la encuesta que tienen valores democráticos más fuertes, por ejemplo, mayor tolerancia a la diversidad y menor tolerancia a la corrupción y al clientelismo. “Tal vez, no es que los jóvenes no valoren la democracia, sino que la democracia no ha sido capaz de satisfacer sus valores y sueños? Al haber sido socializados y educados en época democrática exigen que se cumpla con lo que la democracia les prometió”. planteó
La economista sostuvo que, en sociedades tan desiguales como la nuestra, donde la democracia no ha logrado romper los privilegios económicos y políticos, la corrupción y el clientelismo son vistos como fenómenos funcionales que posibilitan la movilidad social ascendente por cauces informales.
“Si el sistema no garantiza los derechos por igual por la vía formal sino por la informal es comprensible que la ciudadanía incorpore estas prácticas como la vía para garantizar sus derechos y los de su familia. Es responsabilidad de todos, especialmente del Estado y los partidos políticos, modificar esta relación entre la ciudadanía y el Estado”, apuntó.
De acuerdo con Cañete Alonso, un debate informado, que esté contextualizado tanto a nivel regional como global, pero es esencial que también considere la realidad del país y reconozca no solo los desafíos, sino también los avances y las vías hacia la mejora.
Por eso, expresó que en éste y en los próximos artículos, “abordaremos en detalle cada dimensión de la encuesta: actitudes hacia la democracia, participación política, tolerancia, confianza, corrupción y clientelismo”.
Afirmó que transformar la cultura política es esencial para asegurar mayor democracia, desarrollo e igualdad en el país. “Los resultados muestran que, si bien los desafíos son enormes, hay indicadores en los que se han conseguido mejoras a través de la participación ciudadana o la decisión política”, concluyó.